viernes, 10 de mayo de 2019

Libros que matan.

El librero asesino.

El primer cenobio fue creado por Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona, que lo entregó a los monjes bernardos de la abadía francesa de Fontfroide en el año 1149.
El Monasterio de Poblet se encuentra en la comarca de la Cuenca de Barberá en Tarragona.
La abadía, con varios siglos de existencia, ha tenido otras funciones, además de la vida clerical. Fue cementerio real de la Casa de Aragón, también albergó una gran biblioteca, gracias a los donativos del Rey Pedro III, y nobles, que entregaron más de cinco mil tomos.

Monasterio de Poblet. Puerta Real
Entre esos muros y rodeado de libros,es donde Fray Vicenç debió pasar varios años, hasta que llego al cargo de bibliotecario, se sabe poco sobre este fraile, pero si algo ha logrado sobrevivir al paso del tiempo, es su bibliomanía. Vicenç, además de ser un gran lector, era un obseso de los libros. Qué mejor regalo para un bibliófilo que tener a su alcance tal biblioteca.


La Primera Guerra Carlista, fue "otra" guerra civil que hubo en España, 1833-1840, entre los "carlistas", partidarios del infante Carlos María Isidro de Borbón, y los "isabelinos", defensores de Isabel II y de la regente María Cristina de Borbón. Es conocida en la historiografía española como Guerra de los Siete Años o Primera Guerra Civil. Las tropas de ambos ejércitos se acuartelaron en el monasterio. Profanaron las tumbas, quemando los cadáveres en busca de oro y piedras preciosas en su interior, también saquearon la biblioteca. Con el tiempo fueron recuperados bastantes volúmenes y documentos, que fueron llevados a Tarragona para su custodia.

El saqueo y los incendios, habían convertido el cenobio en un lugar de ruinas olvidadas.
Se desconoce cómo y cuándo llegó Fray Vicenç al monasterio, lo que sí se sabe, casi con certeza, es que lo abandonó en 1835, cuando el recinto fue puesto en venta debido a la "desamortización de Mendizábal" y los frailes se dispersaron.
La "desamortización española" fue un largo proceso histórico, económico y social iniciado a finales del siglo XVIII con la denominada «Desamortización de Godoy» (1798) y cerrado bien entrado el siglo XX (16 de diciembre de 1924). Consistió en poner en el mercado, previa expropiación forzosa y mediante una subasta pública, las tierras y bienes que hasta entonces no se podían enajenar (vender, hipotecar o ceder) y que se encontraban en poder de las llamadas «manos muertas», es decir, la Iglesia católica y las órdenes religiosas que los habían acumulado como habituales beneficiarias de donaciones, testamentos y abintestatos.
Fray Vicenç, llega a Barcelona y busca la manera de sobrevivir en la ciudad. Barajo varias opciones, desde buscar un nuevo monasterio, hasta abandonar el hábito. Se decidió por su pasión y en cuestión de semanas, Vicenç, abrió una "librería de viejo" en la calle del Call.
Un "librero de viejo" es un comerciante que vende libros de segunda mano. Los más famosos son los buquinistas de París, que se encuentran en las riberas del Sena, el Mercat de Sant Antoni en Barcelona, y en Madrid la Cuesta de Moyano.
Calle del Call
"Algunas fuentes lo sitúan en las inmediaciones de la La iglesia de Santa María del Mar y otras en los Arcos de los Encantes, cerca de donde hoy en día se encuentra el Mercado de San Antonio".
Se dice que el capital lo consiguió vendiendo volúmenes, que había sustraído de la biblioteca, a los libreros de la ciudad. Comenzó con su negocio en un local modesto y oscuro, abarrotado de libros, mapas y papeles, pero con fama de acumular una selecta colección de libros.
Pero el tiempo pasaba, y el dinero iba a menos, se resistía a vender sus libros favoritos, pero no había mas remedio. Pasar hambre es un tanto molesto.
Un acomodado estudiante de la Universidad de Cervera llego un día a  la librería  y quiso comprarle un raro manuscrito. Entre ambos se entabló una reñida negociación; el joven subía su oferta, pero fray Vicenç no cedía.
Después de casi una hora de tira y afloja, muy a pesar suyo accedió, el joven estudiante, le pago lo acordado, y se marcho por la oscura calle.


Vicenç se arrepintió de la venta y corrió detrás de el, lo encontró a los pocos metros. Le suplico y le rogó que le devolviera el libro, mientras agitaba la bolsa de monedas a pocos centímetros de la cara del sorprendido estudiante.
El joven se negó y se dio la vuelta para irse, en ese momento Vicenç saco una daga y lo apuñalo varias veces, matándolo.
Recupero su ejemplar y el dinero, eso le inspiro una idea para paliar su situación económica y no tener que deshacerse de sus queridos libros.
Antes de vender un incunable, lo desencuadernaba, y quitaba unas cuantas paginas. cuando el cliente volvía a reclamar, lo asesinaba, recuperaba el dinero y el volumen, poniéndolo de nuevo a la venta
Los cadáveres comenzaron a aparecer en distintos rincones de Barcelona. Hombres acaudalados, con un acervo cultural amplio. las víctimas ya eran doce. La población estaba aterrada: un bachiller alemán, un joven aristócrata, un afamado poeta, entre otros, habían sido asesinados.


Salio a subasta un incunable "Furs de Valencia" Una edición de 1482. Recopilaba el conjunto de leyes que rigieron el Reino de Valencia desde 1261, cuando Jaime I, el fundador del reino, los juró y promulgó en una reunión de las Cortes del Reino de Valencia el mismo año, hasta 1707.
"Incunables" son los libros impresos entre 1453 (fecha de la invención de la imprenta) y 1500, procedentes de unas 1200 imprentas, distribuidas entre 260 ciudades, con un lanzamiento aproximado de 35000 obras distintas.
Furs de Valencia (Fueros de Valencia)
Comenzó la subasta, otro librero, un tal Agustín Patxot, que tenia parada en los Encantes, pujo mas que el y se llevo el libro, Dicen que a Vicenç, se le escucho murmurar "poco tiempo lo vas a tener"
A los pocos días, el ex-fraile fue una noche a casa de Patxot, donde lo estrangulo, robo el libro y antes de salir incendio la casa, que ardió hasta los cimientos.
Cuando se extinguió el incendio, lo único que encontraron fue el cadáver del librero carbonizado, como no se pudo determinar ninguna señal de violencia, se declaro como un infortunado accidente, y se cerro el asunto.
Vicenç continuaba con sus practicas, se supone que sin levantar sospechas. Una mañana entro un Corregidor del estado en su librería, ignoro si porque ya se sospechaba de el  o sencillamente fue la justicia divina.
Mirando por las estanterías y ojeando libros, encontró el volumen de "los fueros de Valencia". Conociendo el caso de Patxot y la cadena de asesinatos fue detenido inmediatamente.
Durante el juicio, el abogado de Fray Vicenç, consiguió otro ejemplar de "los fueros de Valencia". En un momento dado, lo saco a la vista de todos los asistentes y explico que poseer ese libro, no era suficiente prueba para acusar y condenar a su defendido, ya que su volumen, no es el único que existe.
Fray Vicenç, pidió por favor, que se lo dejaran examinar, Cuando lo tuvo en sus manos y vio que era autentico lo destrozo, dijo que solo su ejemplar podía ser el único.
Confeso sus crímenes y fue condenado a morir en el garrote vil.

Ejecución siglo XIX
Esta historia apareció publicada en el periódico francés La Gazette des Tribunaux como una noticia enviada por su corresponsal en Barcelona, en el año 1836. Este periódico (todavía en activo) está dedicado exclusivamente a asuntos de ley, audiencias judiciales, noticias judiciales, es decir, todo lo relacionado con el estudio o la práctica de la jurisprudencia
No he sabido encontrar la noticia en la hemeroteca de
Aquí os dejo el enlace, por si lo queréis buscar: La Gazette des Tribunaux. Hemeroteca

Pero...(siempre hay un "pero", y también un francés)

En 1927, el editor R. Miguel I Planas, expuso las pruebas que delataron a Charles Nodier como el escritor de cuya pluma nació Fray Vicenç y que publicó la noticia como si fuera un echo real, en La Gazette des Tribunaux.


Nodier, además de un bibliómano empedernido, era un excelente escritor. Había dirigido la biblioteca parisina del Arsenal y fundado el Bulletin du Bibliophile. Era íntimo amigo de Alexandre Dumas, Alfred de Musset, Víctor Hugo, Honoré de Balzac y Théophile Gautier, que tenían tertulias en su estudio. Autor de cuentos macabros y de terror, adaptó al teatro Le vampire, de Polidori. También se le conoce como el autor del diccionario de la onomatopeya francesa.

Charles Nodier
En 1827, cien años antes de que su "broma" quedara al descubierto, Charles Nodier viajó a Barcelona junto su familia con el fin de adquirir libros a bajo precio. El francés sabía que España atravesaba una crisis política y que los enfrentamientos entre liberales y absolutistas iban a provocar que cientos de libros valiosos fueran a parar a las librerías de viejo. La decepción de Nodier fue grande al no descubrir ni una sola ganga y regresó a París con las manos vacías. Años más tarde escribiría su historia, quizás inspirado en sus búsquedas por las librerías de Barcelona.

Hoy, suponemos que Fray Vicenç, nació y murió en el papel, pero un interrogante se queda en el tintero, ¿habrá libros por los que valga la pena matar? 


Si eres un verdadero amante de la literatura, querrás saber por qué nos gusta tanto el olor de los libros nuevos.
Pues porque lo hemos asociado con una experiencia placentera, cuando lo olemos, estas sensaciones se reactivan. Para un lector empedernido, el olor a libro nuevo no es un simple aroma, representa una experiencia, una historia por descubrir y, sobre todo, la expectación de momentos de gran satisfacción leyendo sus páginas.

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